SINCERAMENTE…

sinceridad

Dicen que la sinceridad es un lujo que solo se pueden permitir los veteranos y los niños. Los unos porque ya no tienen nada que perder y su valía está probada, y los otros por su inocencia e inmadurez y porque tienen un largo camino por delante para retractarse. Cuando pasas por el apogeo de tu existencia, en el que sobrevivir prima y la competencia es una amenaza constante, se entiende que es de sabios, no solo callar las injusticias, sino maquillarlas, obviarlas… justificarlas. A menudo, cuando defiendo la verdad, ―la verdad, no «mi verdad», que hay una diferencia―, recibo respuestas como «No se puede ir por la vida diciendo lo que piensas. Si quieres llegar a algún sitio no puedes morder la mano del amo. Para llegar a donde quieres debes tragar mucho…». O aquello de «Para ti es muy fácil, no tienes que preocuparte de comer cada día». Es sorprendente hasta qué punto hemos conseguido justificar la hipocresía y la mentira para «tener más». No hay en realidad otra razón. Decir lo que uno siente y cree justo no debería ofender a nadie ni ser motivo de represalias, muy al contrario. Otra cosa muy distinta es confundir la sinceridad con la mala educación o ser un bocazas sin prudencia ni sentido común.

Sinceramente, en general, creo que la literatura de nuestros días es tan amplia como pobre, que en un futuro, al igual que recordamos con orgullo el siglo de oro, el renacimiento cultural, nuestros sucesores, si no lo remediamos, pensarán en la época que nos ha tocado en suerte como en la contrapuesta a aquella.

Sinceramente, cada vez me cuesta más encontrar en las nuevas obras esas páginas que destilan el alma del autor. Me niego a creer que su espíritu es solo lo que lees: chica liberada busca a chico metrosexual para ayuntarse en el ascensor, u hombre de éxito copula con todo lo que se mueve y como es tan guapísimo castiga con su desprecio y malos tratos a toda la que sucumbe a sus encantos, o maduritas divorciadas se van de viaje a desquitarse de años de represión y acostarse con todos los chicos jóvenes que se vendan, o escojo un personaje importante, le invento una vida absurda, corto y pego de artículos sobre la época que vivió y lanzo mi pastiche como la novela histórica revelación del año, o… Echo de menos tras las palabras a alguien que observa su mundo y, tocado, indignado o maravillado… descarnado, ha sentido la necesidad de contarlo.

Sinceramente, me duele en lo más profundo que un autor cuya obra admiro sea capaz de calificar de excelente, maravillosa o fantástica la novela de un compañero por el simple hecho de congraciarse con él y recibir en su momento el pago de la deuda contraída. Máxime cuando por los rincones va diciendo que la tan «excelente» novela es en realidad más básica que una camiseta blanca. He coqueteado con ese círculo oscuro, pero, por lo pronto, resisto la tentación. ¡Cuánto daño está haciendo este tipo de actuaciones a nuestra literatura! ¡Por favor!, qué poca confianza en nuestra creatividad demostramos.

Sinceramente, creo que hay escritores pujando en el panorama actual, con obras pulcramente corregidas, que no saben escribir y lo demuestran en su día a día en las redes. Hay casos que te dejan en un pasmo. En cambio otros, que no pueden pagarse un pulido para sus obras y aún están algo verdes, escriben infinitamente mejor que aquellos y llegará el momento en el que hagan historia.

Sinceramente, mi corazón se alegra cuando una buena novela es reconocida, sobre todo si está más valorada que cualquiera de las mías porque obviamente es mejor. Comprobar que todavía se hace justicia me da esperanza, y pienso: «sí, si sigo trabajando y aprendiendo mis historias también llegarán a esos lectores valientes, que piensan por sí mismos y que reconocen la belleza en el arte».

Sinceramente, admiro a todos esos autores que se autoeditan y se publicitan día a día con honradez para llegar a los lectores, sin poner zancadillas, sin venderse al mejor postor por el camino, sin «prostituirse», creyendo que sus historias merecen ser leídas. Muchos de los que critican esta forma de lucha utilizan métodos ostensiblemente más oscuros y sibilinos. Muchos.

Sinceramente, si escribir lo que creo, pienso y siento ofende a alguien, me importa muy poco.

Dedicado a todos los creativos que luchan por sus obras sin sacrificar la verdad.

15 comentarios

  1. Al terminar de leer hasta el primer punto y aparte he pensado ¿ que le pasa a esta escritora ?, ya luego al ir leyendo sus «sinceridades» lo he comprendido todo una vez más. Como siempre me ha gustado muchísimo ¡ no ! esta vez me ha gustado aún mas, son palabras muy valientes.

  2. Sinceramente, amiga… Todos llegan a donde tienen que llegar… Antes, después… Da igual cuando… Lo importante es que cuando llegues te mantengas… Y esos solo son los que valen de verdad… Los que llegan con trampas o zancadillas al final caen…

  3. Sinceramente……maravilloso!!! No me gustan los aduladores,ni dorarle la pildora a nadie,como decía mi abuelo,o se es o no se es!!! Todo llega cuàndo es el momento oportuno y sé que tu momento llegarà….te lo mereces tú y se lo merecen tus maravillosas obras.

  4. La fuerza de tu sinceridad llega, llega a los escritores cuya voz estaba oculta por las máscaras de apariencias, llega a los lectores que reflexionarán, llega a la gente sin fronteras que descubre que el mar en calma era mero espejismo, y sobre todo hace creer en la esencia de una profesión tan bella e mágica.

    Felicidades!!

  5. El arte es compromiso. La literatura es una actividad artística, aunque la haya manifiestamente nada comprometida. También es un producto de consumo concebido para satisfacer al lector. A mí esta segunda característica me deja bastante frío, porque cuando empiezo a leer una novela espero encontrar en ella ese alma del que hablas. Que sea una obra única, con el sello inconfundible de una persona determinada, inimitable.
    Cuando escribo aspiro a eso, a dejar mi esencia, a que el lector me reconozca en cada frase y, desde luego, no me da miedo comprometerme con mis ideas. Cuando empecé en este mundillo de las redes sociales, hace unos dos años, tuve muy claro que no me iba a esconder ni a modular mis opiniones. Quien lee mis artículos sabe quién soy y cómo pienso. Me da igual si eso me ha cerrado alguna puerta. Soy sincero, y quiero serlo también al escribir literatura.
    Me alegra saber que compartes ese modo de actuar. Me ha gustado mucho la forma tan directa en que lo has expresado en tu artículo.
    Saludos.

  6. Benjamín, es cierto, comprometerse y ser uno mismo públicamente tiene un precio, a veces demasiado caro, pero tú y yo sabemos que la literatura está más allá de nuestros intereses y que las palabras si no son auténticas no son más que paja. Espero que seamos capaces de resistir hasta el final.
    Gracias por tu interesante comentario.

  7. Totalmente de acuerdo con tus comentarios, Mercedes. Si prevaleciera la autenticidad y la sinceridad bien entendida en las críticas y reseñas, el material literario sería el primer factor a valorar en las obras, y a lo mejor, otro gallo le cantaría a la literatura de hoy. Un abrazo.

  8. Muy de acuerdo con tus palabras, sin embargo creo que esta era no es menos que otra en cuanto a excelencia literaria. Creo que siguen naciendo las mismas obras nuevas geniales que antes, solo que ahora hay que buscar en medio de una auténtica amalgama de creaciones que han sido posibles gracias a esta era digital.

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