El oficio del escritor

Hace unos días terminé mi última historia, narración, manuscrito, novela… como se le quiera llamar. Pero en absoluto está concluida; terminé la parte creativa, esa que a poco que me concentro discurre sin demasiado esfuerzo, como mi “boli de la suerte” sobre las hojas de mis libretas. Porque a mí me gusta escribir abrazando el bolígrafo con los dedos y disfrutando de la magia, o el milagro, de ver cómo a medida que mi puño se desplaza hacia la derecha aparecen las palabras sobre el blanco, lo considero parte del proceso creativo. Cada letra se me antoja un pequeño ser a quien hubiese otorgado vida. Y no digamos cuando aparece una, y otra, y otra más, y más y más letras; y forman las palabras, y otra, y otra palabra más; y forman las frases… Lo que yo digo: “magia potagia”.

Pero ahora queda la segunda parte, la más tediosa; esa para la que, más que inspiración, se necesita diligencia y perseverancia. Es curioso, hace unos años el proceso de corrección me parecía tan… insustancial, tan secundario, que apenas prestaba la atención necesaria para no incurrir en un error garrafal, y con todo incurría. Cuán equivocada estaba: inventar historias es un don, un regalo, pero en la corrección está el oficio. Y es la perfecta comunión entre estas dos fases del proceso lo que te lleva al camino de la excelencia; tanto al novelista como a cualquier artesano. Pensemos en ese escultor cuya prolija mente es capaz de imaginar los objetos más hermosos, y se lanza con frenesí a la piedra para esculpir su idea, única, irrepetible. “Soy un genio”, se dice autocomplaciente, creyendo acabada su obra. Ignorando envanecido los sabios consejos de los maestros, que le censuran no haber corregido errores, pulido, mimado su creación; que le censuran su falta de oficio.

Pues eso, que me falta oficio, lo sé; pero no las ganas de aprenderlo. La vanidad es mala compañera de viaje, y para el artista más si cabe; pero ¡qué fiel!

De manera que, amigos y compañeros en las letras, os pido, os suplico vuestros consejos y críticas para espantar esa cansina compañera, la soberbia; sé que muchos de vosotros hace tiempo iniciasteis el camino de la excelencia.

Y recordad: somos nuestras palabras; para bien o para mal, ellas nos definen.

15 comentarios

  1. Completamente de acuerdo en lo que dices. Salvo que me es más cómodo escribir directamente sobre el teclado, aunque algunas veces lo hago a mano, todo lo demás lo vivo como lo cuentas.
    Y sí, la corrección (¿por qué mejor no le llamamos rescritura, y así se nos hará menos tedioso?) es tan básica que sin ella -salvo alguna genialidad- nada es posible.
    Algún escritor dijo (no sé si Umbral, pero no estoy seguro) que el proceso de reescritura es a la literatura lo que el montaje es al cine. Sin un buen montaje las buenas escenas, los grandes guiones, las excelsas interpretacionee, en fin una buena película se puede venir abajo. Pues así entiendo la reescritura. Una vez montada la historia es el momento de limar alguna escena, crear un contraplano, incluir una melodía de fondo, o, por qué no, suprimir algo… Ya sé que es lo más doloroso Y ahí es donde menos nos debe flaquear la mano. (Esto último lo digo por mí mismo)…
    Ya que pides consejos te doy uno que me suele funcionar, bueno dos:
    a) Una vez acabada la primera fase, deja reposar el guiso unos cuantos días. Intenta olvidarte la historia que seguramente te ha tenido atrapada. Al fin y al cabo ya no se va a escapar nada. (Como eres buena cocinera seguro que sabes que los buenos guisos saben mejor al día siguiente).
    b) Antes de rescribirla, léela del tirón, a ver qué ha pasado en esos días.

  2. No te puedo dar ningún consejo porque me ha costado muchos años reconocer mi soberbia y «desenamorarme» de mis textos lo suficiente como para poder cortar, pegar y reescribir donde corresponda.
    Pero estoy encantada de que hayas planteado este tema y espero ansiosa a que los demás vayan contando sus trucos..

  3. No seré yo quién te dé consejos, sólo escribe, pule, poda y Amando ya te ha dicho más de lo que podría decirte. Y que aquí seguiré para leer todo lo que quieras pasarme.
    Ahora viene lo bueno, aunque sea tedioso, ya verás.
    Muchos besos, amiga.

  4. Hola Hija Prodiga:
    Al fin has bajado del monte Olimpo, para mezclarte con los mortales y quieres hacerte una cura de humildad, pidiendonos consejos a nosotros infelices mortales. Ya comentamos en alguna ocasión lo que es un escritor y un escribidor, y yo creo que has hecho lo mas dificil, lo otro si no tienes tiempo hay gente que se dedican a eso a corregir los textos.
    Me has hecho pensar en eso de que somos nuestras palabras, yo creo que te equivocas de todas todas, tu mirate y verás, quizá no seas ni la sombra de la escritora. Bueno bienvenida y un abrazo estirao.

  5. Me alegró volver a leer un comentario tuyo en mí blog.
    Yo creo que la historia tiene que ser buena de principio,pero que el trabajo puede llegar a hacerla muy buena. Una construcción propia y un modo de expresarte en el que te reconozcas -lo mismo para la pintura-.
    Espero que disfrutes de esta segunda, que no última, fase.
    Un abrazo.

  6. Yo te podría dar consejos, pero para leer…Y después de los apuntes culinarios de Amando Arguiñano a ver quién es el guapo que se atreve a decir algo diferente.

    Como dice Isolda, aquí estaremos para leer lo que nos propongas.

    Un abrazo.

  7. Mercedes: de acuerdo con lo que dices. Y también con Amando en lo de «reescribir» en vez de «corregir».
    Al fin y al cabo, significa que entras de en otro proceso creativo, el que va a darle el acabado final a esa primera idea.
    Es sobre todo restar, eliminar errores juegando de nuevo con las palabras y sus rincones y desvíos para ver dónde nos llevan al final del camino.
    Será difícil, pero también gozoso.

    Ánimo y a ello.

    Beso.

  8. Yo te diría lo mismo que Amando, pero no desde la experiencia (Para qué te voy a engañar)… Yo Pienso, luego Escribo, y escribo lo que pienso sin pensar lo que escribo (Qué lío… Voy a tener que reescribir este comentario).

    De todos modos hay un detalle que debes tener en cuenta (Yo lo tendría)… A veces confundimos Estética con Corrección. Algunas cosas pueden no ser políticamente correctas (Digámoslo así), pero expresan exactamente lo que queremos decir. Y por mucho que nos las critiquen, se deben quedar como están. Una Obra demasiado retocada, llega un momento en que no es «Tu Obra», sino su Sombra. Y yo no quiero leer tus sombras… Así que déjate de tantos afeites, relée lo escrito, rectifica lo que no te convenza a ti (No a los demás) y publícalo que estamos esperando ;)

    Un Beso de Principiante, Mercedes.

  9. Estimada mercedes, debo decir que he leído con mucha atención tus reflexiones sobre el arte y el oficio del escritor – aclaro que no me considero tal . Escribo poesías y cuentos a veces, si así se pueden llamar, pero no hago de esto una profesión, más bien un modo de desahogar en letras las cosas que me pueden, que me dominan, así vivo la primera parte del proceso creativo, las ideas me llegan y salen, sé que debo escribirlas, salgan como salgan, después les doy forma, busco el ritmo, la estructura si es posible darle una; pero no soy capaz de organizarme y/o proponerme escribir sobre un tema, creo que allí radique la diferencia entre un escritor que sabe lo que quiere, y un principiante, como yo, que da vía libre a las emociones que lo dominan.
    Como quiera que sea, enhorabuena para ti y para tu nuevo trabajo, ya nos dirás como irá.
    Saludos de un cubano en Italia.
    Leo

  10. Desde la isla del aislamiento intelectual, solo puedo contribuir a este post felicitandote y aprendiendo con los consejos tan buenos que te están dando.

    Ya sabrás aplicarlos tu y veremos sus resultados. A partir de … Podré ofrecería mi ayuda para el repulido de pruebas pero aun es pronto.

    Besos a Sarita aunque no este en este contexto. A.

  11. Yo escribo de un tirón, y al finalizar releo (siempre), repaso (casi siempre) y reescribo (con toda probabilidad). Son técnicas, en mi opinión, como cualesquiera otras. Al final, la narración, sigue siendo obra propia por mucho que se haya pulido.
    Escribir y darlo por bueno a la primera debe ser un privilegio, desde luego no a mi alcance.
    Y por supuesto, el sabio consejo «a», de Amando Carabias, es fundamental.
    Un saludo

  12. Hola, chiquilla; cómo estás…
    Ya sabes que me he apartado ahora de estos lugares -casi por necesidad-, aunque de vez en cuando asomo mi nariz a oler algunos aromas electrónicos.
    Yo solo puedo aconsejarte desde mi experiencia, que no es mucha, pero parece que me funciona y coincide en gran parte con lo que dice Amando. Es más, algunas veces he guisado y he comido a continuación, y otras, he guardado ese guiso en el congelador y al sacarlo meses después para comerlo de nuevo, lo he vuelto a condimentar un poco o mucho.
    La vanidad: nos puede hacer vanos cuando subestimamos lo que en apariencia, nos puede parecer banal. Y parece una flor; que su semilla, iverna en nuestro invierno y empieza a aflorar en el momento en que creemos, que en nuestras primaveras, es más bella que en primaveras de otros jardines de invierno vecinos. Por eso, para que no se marchite y nosotros con ella, hay que saber cuidar de sus pistilos. Regarla, con la cantidad justa, del agua fresca. Y abonarla, con letras de yerbabuena. Al igual que arrancar, algunas de sus hojas secas. Y en el algún que otro caso, despojarla, de toda su maleza.
    Este es mi correo, un abrazo:
    j2da-@hotmail.es

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